Y tras una semanita de vacaciones, otra de trabajo. No me resulta curioso porque siempre me he habituado rápidamente a los cambios de situación pero es como si la semana de vacaciones hubiera sido hace tres mil millones de años. Algo así como el tiempo que resta para las de verano. Y hace solo una semana.
Por el contrario, lo que sí me resulta más curioso es el tiempo que ha hecho hoy, coincidente con el que ha hecho los últimos días y el que hará probablemente mañana. Un tiempo primaveral, sin duda alguna. Pero de fin de la primavera, más que de presagio de la misma. Con un tiempo así, solo el refranero nos puede hacer creer que, hasta el 40 de mayo, todavía quedan días de frío.
Bueno, tiempo al tiempo. Por el momento en tres semanas o así habrá cambio de hora y las tardes serán más largas. Es, por tanto, buen momento para empezar a pensar qué tipo de cosas se pueden ir haciendo en esas iluminadas tardes. Otras cosas que hay que ir pensando son las siguientes mejoras en la casa y hasta el deporte complementario que se podría ir haciendo y que al final nunca se hace.
Claro que muchas de esas ideas al final luchan contra la realidad de que hay más horas de luz pero el día no tienes más horas. Si hoy llegas a casa a las 8, de noche, cenas a las 9, de noche, y te vas a la cama a las 12, por muchas horas de luz que se añadan, la única diferencia es que, dentro de unos meses llegarás a la casa a las 8, de día, cenarás a las 9, de día, y te irás a la cama a las 12 ... de noche.
Ya veremos, ya veremos. Por el momento toca seguir viviendo el día a día que no es otra cosa que seguir viviendo con todas las comodidades de las que disfrutamos los más afortunados en los países desarrollados. Que no es poco.
Un saludo, Domingo.
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