... menos yo que voy a lo mío. Me encanta esa frase. Es tan descriptiva ...
Soy muy consciente de ella y no deberían sorprenderme hechos como los que de vez en cuando me sorprenden. En este caso, gozo de una gran libertad en mi trabajo y puedo dedicar parte de mi tiempo a hacer herramientas para otros (mi equipo es bastante numeroso y variopinto) que casi nadie usa. Es un proceso curioso, de repente pienso que tal o cual cosa puede ser útil para ciertas personas y teniendo en cuenta experiencias pasadas, me limito a convertirla en realidad y comunicar que ya está disponible para quien quiera usarla.
Hay veces que la respuesta es verbalmente positiva y otros en que es simplemente nula. En cualquier caso, creo que no suelen usarlas ... al menos eso intuyo porque pasados unos meses preguntan por tal o cual cosa y digo que eso ya está disponible. Entonces se desata una histeria, bien particular, bien colectiva y me siento como si hubiera salvado una pequeña aldea gala de una apocalipsis zombi: feliz pero un tanto perplejo. ¿Qué hacen los zombis enfrentándose a Astérix y Obélix?.
El caso es que el arsenal de herramientas va tomando forma, se van interconectando y cada nueva herramienta revaloriza y a veces mejora las anteriores consiguiendo en cierta forma sobreponerse a un cierto estatus de "analysis-paralysis" general. Por supuesto, me alegro de que al final mi intuición sobre la utilidad de A ó B fuera cierta y procuro pensar en que la falta de aprecio inicial por ellas es solo porque en esta vida que vivimos, todo el mundo tiene muchas responsabilidades, muchos quehaceres y todo el mundo va a lo suyo porque difícilmente pueden atender a lo propio como para atender a lo de los demás. Todo el mundo menos yo, que voy a lo mío que es lo suyo.
Un saludo, Domingo.
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