El miércoles 21 de junio se entregaron los premios a los donantes de sangre que el año pasado superaron las 40 donaciones ó 50 donaciones, dependiendo de si el premiado era mujer u hombre (las mujeres pueden donar menos veces al año pues no en vano cada mes tienen su propia donación particular) y también a cualquiera que superara las 100 donaciones (curiosamente para las 100 no hay distinción entre hombres y mujeres).
La opinión de Málaga publicó un breve artículo al día siguiente. No nombra el artículo dos de las cosas que allí ocurrieron que más me concernían.
La primera es que al evento asistieron no solo los homenajeados y un par de políticos que nos dirigieron unas palabras muy amables (pero que o no eran donantes o donan sangre en la intimidad). También fueron premiados una serie de colaboradores sin los cuales la donación posiblemente se seguiría realizando, pero no de forma tan efectiva. También asistieron algunos participantes malagueños de los juegos mundiales de trasplantados que se celebrará en Málaga este año. Y por último, asistimos personas que ya fuimos premiados en su momento por un hecho similar y que, como agradecimiento, somos invitados cada año a devolver el cariño que nos dispensaron los que estaban en nuestro lugar cuando éramos nosotros los que estábamos en el de los premiados.
Llegué tarde y sentí lo que siente el que entra a la sala de cine con la película recién empezada, buscando torpemente algún sitio libre en el que sentarse mientras los demás esperan paciente y educadamente intentando esquivar con algún tímido movimiento de cabeza el obstáculo que se interpone entre sus ojos y la pantalla. Solo que en esta ocasión no era pantalla, estaba actuando Encarni Navarro, hermana de Diana Navarro y me aventuro a decir que la enésima contribución de Campillos a la donación de sangre. Debo reconocer que yo no la conocía. Unos diez años antes, conocía poco a su hermana cuando esta actuó en el homenaje al que yo asistía (por ahí deben estar las imágenes en el blog) pero al menos la conocía. Este año, el apenas ver televisión (en mi casa mi madre sí la conocía) hizo que inicialmente solo viera una artista con una gran vis cómica que, en palabras de alguien de la sala: "no tiene nada que ver con la hermana".
Tras la actuación (recogida de cables incluida), subieron al estrado las personalidades. Tras las personalidades, se fueron citando los nombres de los premiados, ordenados por lugar de residencia. Y por último subimos los "apoyos morales". El señor de Campillos sentado a nuestro lado, premiado por su labor como colaborador y con el que había hecho algunas migas, me dijo ... "no sabía que tú llevabas más de 100". Sí y esperemos que la salud acompañe para poder seguir donando mucho tiempo.
Pero, a pesar de estar allí, el acto no era ni para mí ni sobre mí. El acto era para los donantes y esta es la segunda cosa que me concernió. Durante los diferentes discursos, se mencionó el aumento de donaciones del año pasado e invariablemente el nombre de Pablo Ráez. No puedo negarlo, fue emocionante. Y todavía más emocionante fue el vídeo sobre los juegos de donantes de los cuales Pablo iba a ser el abanderado. La emoción fue mucha, contuve las lágrimas a duras penas en el sentido de que fueron más las que se quedaron que las que se escaparon pero las que se escaparon lo hicieron bien. El testimonio de un trasplantado de pulmón y otro de riñón que participarán en los juegos no hizo que disminuyera.
Si el destino hubiera sido menos cruel los dos hubiéramos estado allí. No pudo ser así. No en cuanto a presencia física. Lo que es estar, sí estuvo. Pablo estuvo allí.
Un saludo, Domingo.
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